La noche, Jorge Gómez Jiménez (Venezuela)
La noche
en una llanura de tela
ante ti
te acerca a tu fiera
A grandes zancadas
a tientas
en la oscuridad
encuentras el destino de sangre
que te depara tu fiera
oculta en la tela
de tu noche
La noche
en una llanura de tela
ante ti
te acerca a tu fiera
A grandes zancadas
a tientas
en la oscuridad
encuentras el destino de sangre
que te depara tu fiera
oculta en la tela
de tu noche
Afuera hay sol.
No es más que un sol
pero los hombres lo miran
y después cantan.
Yo no sé del sol.
Yo sé la melodía del ángel
y el sermón caliente
del último viento.
Sé gritar hasta el alba
cuando la muerte se posa desnuda
en mi sombra.
Yo lloro debajo de mi nombre.
Yo agito pañuelos en la noche y barcos sedientos de realidad
bailan conmigo.
Yo oculto clavos
para escarnecer a mis sueños enfermos.
Afuera hay sol.
Yo me visto de cenizas.
¿Para qué buscar a Dios
en las estrellas?
¿Para qué buscarlo tras
la Muerte?
Y no encontrarlo dentro
de la vida
si la atraviesa como un
viento fuerte,
si como olor la tiene
traspasada
¿Para qué buscarlo tras
la Muerte?
Hemos recibido de parte del blog Historias de la Señora Juanita, el premio al Blog con Vida, el que agradecemos mucho, porque quiere decir que los poemas sí tienen vida.
Para contnuar este meme vamos a premiar al único Blog con Vida que conocemos en el área de la Educación. Se trata de Educación y Pedablogía para e Siglo XXI de mi virtual amigo el Profesor Benedicto González.
Por eso nos vamos a permitir un cambio en las bases de este concurso y no premiaremos a nadie más.
¡Saludos!
Siempre mis versos
serán silencios
en tus oídos,
susurros suaves,
simples palabras
sin un sentido.
(Nota: este poema, de mi amigo Benedicto González, es para recitarlo al oído...)
RUBAIYAT
I
Todos saben que jamás murmuré una oración.
Todos saben también que jamás traté de disimular mis defectos.
Ignoro si existen una Justicia y una Misericordia.
Si las hay, estoy en paz, porque siempre fui sincero.
II
¿Qué vale más? ¿examinar nuestra conciencia sentados en una taberna
o posternarnos en una mezquita con el alma ausente?
No me preocupa saber si tenemos un Dios ni el destino que nos reserva.
III
Sé compasivo con los bebedores. No olvides que tú tienes otros defectos.
Si quieres alcanzar la paz y la serenidad,
piensa en los desheredados de la vida y en los pobres que viven en el infortunio.
Entonces te sentirás feliz.
IV
Procede en forma tal que tu prójimo no se sienta humillado con tu sabiduría.
Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira.
Si quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe al Destino que se ensaña contigo y nunca te ensañes con nadie.
V
Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy.
Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna
y bebe pensando en que mañana
quizá la luna te busque inútilmente.
VI
De cuando en cuando los hombres leen el Corán, el libro por excelencia,
¿Pero quién es el que a diario se deleita con su lectura?
En el borde de todos los cálices colmados de vino,
triunfa cincelada una secreta verdad que debemos saborear.
XI
Toda mi juventud retoña hoy.¡Sírveme vino!
No importa cuál...¡No soy exigente!
En verdad, al mejor lo encontraré
tan amargo como la vida.
XVIII
¿Insistiré aún en colmar de piedras el Océano?
Solo desprecio siento por los libertinos y los devotos. Khayyám:
¿Quién puede afirmarte que irás al Cielo o al Infierno? Ante todo: ¿Qué entenderemos por tales palabras?
¿Conoces a alguien que haya visitado estas regiones misteriosas?
XX
Fugaces son nuestros días y huyen
como el agua de los ríos y los vientos del desierto.
Empero, dos días me dejan indiferentes:
El que ayer murió y el que mañana no ha nacido.
XXI
¿Cuándo nací?¿Cuándo moriré?
Nadie recuerda el día de su nacimiento ni es capaz de prever el de su muerte.
¡Ven dócil bienamada!
Quiero olvidar en la embriaguez el dolor de nuestra ignorancia.
XXV
Suelo ir a sentarme en primavera, a la riba de un campo florecido.
Cuando una esbelta doncella me ofrece su cáliz de vino,
no pienso para nada en mi salud.
En verdad, valdría menos que un perro si tuviese tan grosera preocupación.
XXVI
El mundo inabarcable: Un grano de polvo en el espacio.
Toda la ciencia del hombre: Las palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de siete climas son sombras.
El Fruto de tu constante meditación es la Nada
XXX
Me dijo el corazón: " Quiero conocer, quiero aprender.
¡Instrúyeme tú Khayyám, que tanto has estudiado!"
Al pronunciar la primera letra del alfabeto, me replicó el corazón:
"Ahora ya sé, Uno es la primera cifra del número que nunca tiene fin.
XXXI
Nadie puede comprender lo inefable.
Nadie es capaz de ver lo que se oculta detrás de lo aparente.
Todas nuestras moradas son provisionales, salvo la última:
La morada de la tierra.¡Bebe vino! ¡Basta de inútiles palabras!
XXXII
La vida no es mas que un juego monótono
en el que con certeza encontrarás dos premios:
El dolor y la muerte. ¡Feliz el niño que murió al poco de nacer!
¡Más feliz aún aquel que no tocó el mundo!
LIV
Un jardín, una cimbreante doncella, un cántaro de vino,
mi deseo y mi amargura:
He aquí mi Paraíso y mi Infierno.
Pero ¿ quién ha recorrido el Cielo o el Infierno?
LVII
Escucha lo que la sabiduría te repite día tras día:
La vida es breve.
En nada eres semejante a las plantas
que retoñan luego de podadas.
LIX
Mi nacimiento no trajo ningún bien al mundo.
Mi muerte no disminuirá ni su esplendor ni su grandeza.
Nadie pudo jamás explicarme para qué he venido,
ni por qué he venido ni por qué me iré.
LX
Caeremos en el camino del Amor y el Destino nos aplastará.
¡Oh doncella, oh mi cáliz encantado,
levántate y dame tus labios
antes de que llegue el fin y me convierta en polvo!
LXVII
No tengo miedo a la muerte.
Prefiero este hecho ineluctable al que me impusieron el día que nací.
¿Qué es la vida?
Un bien que yo no elegí y que devolveré con indiferencia.
LXIX
Escucho decir que los amantes del vino serán condenados.
No existen verdades comprobadas, pero hay mentiras evidentes.
Si quienes aman el vino y el amor van al Infierno,
vacío tiene que estar el Paraíso.
LXXII
Un poco de pan, un poco de agua fresca
La sombra de un árbol y tus ojos.
Ningún sultán más feliz que yo.
Ningún mendigo más triste que yo.
LXXIII
¿Por qué tanta delicadeza, tanta ternura al comienzo de nuestro amor?
¿Por qué tantos cariños, tantas delicias después?
y por que hoy tu único placer es desgarrar mi corazón
¿ Por qué?
LXXVI
Se habla de un Creador , que creó a los seres para destruirlos
¿Por qué los feos? ¿Por qué los hermosos?
¿Quién es el responsable de estas diferencias?
No sé nada, no comprendo nada...
LXXX
Tal aroma de vino emanará de mi tumba
que los transeúntes se embriagarán.
Tal serenidad rodeará mi fosa,
que los amantes no se podrán alejar.
XCVI
No te olvides de recoger todos los frutos de la vida.
Corre a todos los festines
y elige los cálices más grandes.
Dios no lleva cuenta de nuestros vicios y virtudes.
CXIII
En una taberna pedí a un anciano discreto
noticias de los que se fueron:
"No volverán. Es todo lo que sé.
¡Bebe vino!" -me respondió.
CXXII
Bebo vino como la raíz del sauce bebe el agua cristalina del arroyo.
Solo Dios es Dios y Dios todo lo sabe-¿eso dices?-
Cuando me creó, sabía que bebería vino.
Si me negara a beber, la ciencia de Dios fracasaría.
CXXVIII
Cierra tu Corán. Piensa en libertad y encara sin miedo el cielo y la tierra.
Al pobre que pasa, entrégale la mitad de lo que posees.
Perdona a todos los culpables.
No entristezcas a nadie y escóndete cuando sientas deseo de sonreír.
CXLVII
Cuando te tambalees bajo el peso del dolor, y cuando agotes el manantial del llanto,
piensa en las silvestres yerbas que la lluvia como espejo bruñe.
Cuando te exaspere el resplandor del día, y cuando anheles que una noche eterna se abata sobre el mundo,
piensa en el despertar de un niño.
CLIII
Visto que nuestra suerte es sufrir para después morir
¿anhelaremos que nuestro mísero cuerpo vuelva de prisa a la tierra?
¿Y el alma, que Dios espera para juzgarla según sus méritos?- preguntaréis-.
Os contestaré cuando reciba noticias de alguien que torne del otro mundo.
CLXII
Sólo te fijas en las apariencias de los seres y las cosas.
Tienes idea de tu ignorancia, pero te niegas a renunciar al amor.
Recuerda Dios creó el amor,
lo mismo que creó ciertas plantas venenosas.
CLXIV
Infeliz ; nunca sabrás nada.
Jamás resolverás ni uno solo de los misterios que nos rodean.
Desde que las religiones te prometen el Paraíso.
Intenta crearte uno en la tierra; porque el otro quizá no exista.
CLXIX
Silencio ¡Oh mi dolor!
Déjame buscar un consuelo.
Es necesario que viva. Los muertos no tienen memoria.
Y yo anhelo volver a ver sin cesar a mi bienamada.
CLXX
Laúdes, cálices y perfumes, bucles y ojos color de almendra ,
juguetes que el tiempo pudre ; juguetes.
Austeridad, labor y meditación, soledad, oración y renunciamiento
Cenizas que el tiempo disemina. Cenizas
Yo soy el Individuo.
Primero viví en una roca
(Allí grabé algunas figuras).
Luego busqué un lugar más apropiado.
Yo soy el Individuo.
Primero tuve que procurarme alimentos,
Buscar peces, pájaros, buscar leña,
(Ya me preocuparía de los demás asuntos).
Hacer una fogata,
Leña, leña, dónde encontrar un poco de leña,
Algo de leña para hacer una fogata,
Yo soy el Individuo.
Al mismo tiempo me pregunté,
Fui a un abismo lleno de aire;
Me respondió una voz:
Yo soy el Individuo.
Después traté de cambiarme a otra roca,
Allí también grabé figuras,
Grabé un río, búfalos,
Grabé una serpiente,
Yo soy el Individuo.
Pero no. Me aburrí de las cosas que hacía,
El fuego me molestaba,
Quería ver más,
Yo soy el Individuo.
Bajé a un valle regado por un río,
Allí encontré lo que necesitaba,
Encontré un pueblo salvaje,
Una tribu,
Yo soy el Individuo.
Vi que allí se hacían algunas cosas,
Figuras grababan en las rocas,
Hacían fuego, ¡también hacían fuego!
Yo soy el Individuo.
Me preguntaron que de dónde venía.
Contesté que sí, que no tenía planes determinados,
Contesté que no, que de ahí en adelante.
Bien.
Tomé entonces un trozo de piedra que encontré en un río
Y empecé a trabajar con ella,
Empecé a pulirla,
De ella hice una parte de mi propia vida.
Pero esto es demasiado largo.
Corté unos árboles para navegar,
Buscaba peces,
Buscaba diferentes cosas,
(Yo soy el Individuo).
Hasta que me empecé a aburrir nuevamente.
Las tempestades aburren,
Los truenos, los relámpagos,
Yo soy el Individuo.
Bien. Me puse a pensar un poco,
Preguntas estúpidas se me venían a la cabeza.
Falsos problemas.
Entonces empecé a vagar por unos bosques.
Llegué a un árbol y a otro árbol,
Llegué a una fuente,
A una fosa en que se veían algunas ratas:
Aquí vengo yo, dije entonces,
¿Habéis visto por aquí una tribu,
Un pueblo salvaje que hace fuego?
De este modo me desplacé hacia el oeste
Acompañado por otros seres,
O más bien solo.
Para ver hay que creer, me decían,
Yo soy el Individuo.
Formas veía en la obscuridad,
Nubes tal vez,
Tal vez veía nubes, veía relámpagos,
A todo esto habían pasado ya varios días,
Yo me sentía morir;
Inventé unas máquinas,
Construí relojes,
Armas, vehículos,
Yo soy el Individuo.
Apenas tenía tiempo para enterrar a mis muertos,
Apenas tenía tiempo para sembrar,
Yo soy el Individuo.
Años más tarde concebí unas cosas,
Unas formas,
Crucé las fronteras
Y permanecí fijo en una especie de nicho,
En una barca que navegó cuarenta días,
Cuarenta noches,
Yo soy el Individuo.
Luego vinieron unas sequías,
Vinieron unas guerras,
Tipos de color entraron en el valle,
Pero yo debía seguir adelante,
Debía producir.
Produje ciencia, verdades inmutables,
Produje tanagras,
Di a luz libros de miles de páginas,
Se me hinchó la cara,
Construí un fonógrafo,
La máquina de coser,
Empezaron a aparecer los primeros automóviles.
Yo soy el Individuo.
Alguien segregaba planetas,
¡Árboles segregaba!
Pero yo segregaba herramientas,
Muebles, útiles de escritorio,
Yo soy el Individuo.
Se construyeron también ciudades,
Rutas,
Instituciones religiosas pasaron de moda,
Buscaban dicha, buscaban felicidad,
Yo soy el Individuo.
Después me dediqué mejor a viajar,
A practicar, a practicar idiomas,
Idiomas,
Yo soy el Individuo.
Miré por una cerradura,
Sí, miré, qué digo, miré,
Para salir de la duda miré,
Detrás de unas cortinas,
Yo soy el Individuo.
Bien.
Mejor es tal vez que vuelva a ese valle,
A esa roca que me sirvió de hogar,
Y empiece a grabar de nuevo,
De atrás para adelante grabar
El mundo al revés.
Pero no: la vida no tiene sentido.
Todo amor nuevo que aparece
nos ilumina la existencia,
nos la perfuma y enflorece.
En la más densa oscuridad
toda mujer es refulgencia
y todo amor es claridad.
Para curar la pertinaz
pena, en las almas escondida,
un nuevo amor es eficaz;
porque se posa en nuestro mal
sin lastimar nunca la herida,
como un destello en un cristal.
Como un ensueño en una cuna,
como se posa en la rüina
la piedad del rayo de la luna.
como un encanto en un hastío,
como en la punta de una espina
una gotita de rocío...
¿Que también sabe hacer sufrir?
¿Que también sabe hacer llorar?
¿Que también sabe hacer morir?
-Es que tú no supiste amar...
Yo me pondré a vivir en cada rosa
Y en cada lirio que tus ojos miren
Y en todo trino cantaré tu nombre
Para que no me olvides
Si contemplas llorando las estrellas
Y se te llena el alma de imposibles,
Es que mi soledad viene a besarte
Para que no me olvides
Yo pintaré de rosa el horizonte
y pintaré de azul los alelíes
y doraré de luna tus cabellos
para que no me olvides.
Si dormida caminas dulcemente
por un mundo de diáfanos jardines,
piensa en mi corazón que por ti sueña,
para que no me olvides.
y si una tarde, en un altar lejano,
de otra mano cogida, te bendicen,
cuando te pongan el anillo de oro,
mi alma será una lágrima invisible
en los ojos de Cristo moribundo
¡Para que no me olvides!
Voy a nombrar las cosas, los sonoros
altos que ven el festejar del viento,
los portales profundos, las mamparas
cerradas a la sombra y al silencio.
Y el interior sagrado, la penumbra
que surcan los oficios polvorientos,
la madera del hombre, la nocturna
madera de mi cuerpo cuando duermo.
Y la pobreza del lugar, y el polvo
en que testaron las huellas de mi padre,
sitios de piedra decidida y limpia,
despojados de sombra, siempre iguales.
Sin olvidar la compasión del fuego
en la intemperie del solar distante
ni el sacramento gozoso de la lluvia
en el humilde cáliz de mi parque.
Ni el estupendo muro, mediodía,
terso y añil e interminable.
Con la mirada inmóvil del verano
mi cariño sabrá de las veredas
por donde huyen los ávidos domingos
y regresan, ya lunes, cabizbajos.
Y nombraré las cosas, tan despacio
que cuando pierda el Paraíso de mi calle
y mis olvidos me la vuelvan sueño,
pueda llamarla de pronto con el alba.
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso.
Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.
Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.
Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!
Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,
Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.
Era un pobre diablo que siempre venía
cerca de un gran pueblo donde yo vivía;
joven, rubio y flaco, sucio y mal vestido,
siempre cabizbajo... Tal vez un perdido!
Un día de invierno lo encontraron muerto,
dentro de un arroyo próximo a mi huerto,
varios cazadores que con sus lebreles
catando marchaban... Entre sus papeles
no encontraron nada... Los jueces de turno
hicieron preguntas al gurdían nocturno:
éste no sabía nada del extinto;
ni el vecino Pérez, ni el vecino Pinto.
Una chica dijo que sería un loco
o algún vagabundo que comía poco,
y un chusco que oía las conversaciones
se tentó de risa... Vaya, unos simplones!
Una paletada le echó el panteonero;
luego lió un cigarro, se caló el sombrero
y emprendió la vuelta...! Tras la paletada,
nadie dijo nada, nadie dijo nada!....
Soñé que la mujer a quien adoro
con infame perjurio me engañaba
y a otro amante feliz, le abandonaba
de su amor el bellísimo tesoro.
Soñé que apasionado, que sonoro
su beso en otra boca resonaba
y aunque el sueño mis párpados
cerraba los abrían las fuentes de mi lloro.
Si en el drama futuro de mi vida
tan inmenso dolor me está esperando
que la muerte de mí compadecida
antes me brinde su reposo blando
porque más que la tumba me intimida
mirar despierto lo que estoy soñando.
¿Po qué te pone tan brabo,
cuando te dicen negro bembón,
si tiene la boca santa,
negro bembóm?
Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.
Te queja todabía,
negro bembón;
sin pega y con harina,
negro bembón,
majagua de drí blanco,
negro bembón;
sapato de dó tono,
negro bembón.
Bembón así como ere
tiene de tó;
Caridá te mantiene, te lo dá tó.
No obstante, una de las cosas buenas que pasó antes de irnos de Blogger fue que recibimos el Premio Calidez y, aunque ya habíamos mencionado a nuestros elegidos, los vamos a repetir aquí para que quede constancia y no se rompa la cadena.
Ellos son:
1. Blog Poemas
Ellos deben enlazar este Blog (el nuevo por favor, no el que cerramos), nominar a otros cinco premiados y hacer constar las reglas.
Un abrazo a todos.
Jorge y Carolina
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes ... Yo no sé
Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencias,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo del llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Vivimos, gran Quevedo, vivimos tiempo que ni se detiene, ni
tropieza, ni vuelve.
¿A qué mentirnos con la llama del perfume, con la noche moderna
de los cinematógrafos, antesalas terrestres del sepulcro?
Pongamos desde hoy el instrumento en nuestras manos.
Abramos con paciencia nuestro nido para que nadie nos arroje por lástima al reposo.
Cavemos cada tarde el agujero después de haber ganado nuestro pan.
Que en esa tierra hay hueco para todos: los pobres y los ricos.
Porque en la tierra hay un regalo para todos:
los débiles, los fuertes, las madres, las rameras.
Caen de bruces. Caen de cabeza o sentados.
Por donde más les pesa su persona, todos caen y caen.
Aunque el cajón sea lustroso o de cristal. Aunque las tablas
sin cepillar parezcan una cáscara rota con la semilla reventada.
Todos caen y caen, y van perdiendo el bulto en su caída,
¡hasta que son la tierra milenaria y primorosa!
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?»
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar».
Y dice ella: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.